Cuando los gobiernos crean, o se disponen a crear, leyes que regulen los medios de comunicación; ya sea mediante consenso público, de manera autoritaria o desde un foro o una cumbre; lo hacen para amordazar a medios y periodistas independientes si es que estos no están de acuerdo con sus políticas.
En vez de estar jugando al cazador y la liebre, estos gobiernos democráticos deberían crear leyes que realmente regulen y no censuren. Uno de los aspectos que sería interesante tocar en una "Cumbre Social" es el sensacionalismo que crean y muestran los medios de comunicación actualmente.
No se puede pretender que de un día para el otro todos los medios sean éticos, ecuánimes e imparciales; pero se puede comenzar por regular a los medios sensacionalistas, que son altamente contagiosos para los canales de televisión, las estaciones de radio y los medios escritos.
Programas de televisión como el de los faranduleros que dicen no ser seres celestiales alados; periódicos como el que siempre tiene la razón o los que muestran señoritas con poca ropa y programas de radio como el del ciudadano potosino pseudoargentino que dice palabrotas; necesitan una regulación urgente.
En medios como los mencionados anteriormente, podemos encontrar muerte, sexo, palabras soeces y una intrusión a la privacidad de las personas que hacen teñir sus páginas y pantallas de un color amarillo casi rojizo que envenena a la sociedad y destruye la ya casi extinta cultura de los "jóvenes de ahora".
Si se discutiesen este tipo de leyes, en vez de perseguir medios por que son diestros o zurdos; la sociedad boliviana (y latinoamericana en general) podría cultivarse gracias a los medios y no ser bombardeada por imágenes que derriten la materia gris de los jóvenes y de los adultos sin criterio formado.
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